Aquí estamos, amigo lector. Casi a fin de año y también, casi cerrando las páginas de nuestros encuentros mensuales. Recuerda allá por enero que comenzábamos este camino juntos, contándonos historias casi sin conocernos, intuyendo el inicio de una relación de inesperada amistad a través de las palabras. Una amistad persistente en el tiempo. Uno queriendo contar y otro, aguardando a que le cuenten.
Muchos meses pasaron desde nuestro primer y premeditado encuentro. Y que decir sobre los acontecimientos que nos tocaron vivir a lo largo de ese tiempo. Acontecimientos de los lindos, de esos que quedaran en el recuerdo indeleble y porque no, de los otros, los que por cuestiones de salud espiritual, los pasaremos al olvido sumariamente.
Pero uno destacó por sobre el resto con una brillante luz intensamente propia, nuestro cincuentenario, nada menos. No muchas mutuales llegan a cumplir tal objetivo, el estar luego de cincuenta jóvenes años, tan activamente involucrada en el mundo mutual, dar servicios en cantidad, pero con excelencia, a sus asociados, el de poseer un personal abnegado, trabajador y con la camiseta puesta los 365 días del año por y para la entidad. Con dirigentes probos, comprometidos en su diario accionar, con ideas, abiertos al diálogo franco y sincero.
Una mutual sólidamente emplazada, insertada en el mundo de la economía social, presente en varias Federaciones con dirigentes propios y con enormes deseos de continuar el camino que nos marcaron nuestros antecesores. En circunstancias y escenarios tan cambiantes como inesperados, pero siempre mirando al futuro promisorio que nos espera allá, no tan lejos.
Y para ello, hay que estar en continuo movimiento ascendente, no quedarse quieto. Siempre preparándonos, siempre capacitándonos más y más, siempre viendo al futuro como un maravilloso misterio, desafiante pero promisorio. Y para ello, debemos poner nuestra cuota necesaria de entusiasmo y tesón. De dedicación y compromiso. Mirar al futuro con los pies en el presente. Nuestro destino está allí, casi al alcance de nuestras manos. ¡ Y debemos alcanzarlo!
Generalmente para estas fechas se habla de hacer un balance. Una evaluación de cómo nos fue en el año que va terminando. Si logramos alcanzar los objetivos. Si pudimos cumplir con las metas propuestas. Si hicimos realidad nuestros anhelos. O quizás no. Esperando que de la suma y la resta salga un resultado positivo. Aunque sea por poco, pero siempre en azul, nuca en rojo. Objetivamente, creo que lo logramos. Balance positivo.
Este año se termina, amigo lector. Deseo honesta y afectuosamente, que su balance también sea positivo. Que el final de año traiga la recompensa del deber cumplido y del éxito logrado. Hago votos para que ello sea así. Y si por el contrario, no se pudo en todo o en algo, bueno?a recuperar la confianza, examinar las falencias y volver a la carga con renovados bríos.
El año próximo, Dios mediante, seguiremos transitando juntos este camino de confraternidad, contándonos casi al oído cosas interesantes, mirando con fe el porvenir y tratando que nuestro presente sea el mejor que podamos tener. Todos nos merecemos y debemos trabajar para lograr una buena vida. Como decían nuestros queridos viejos: "A Dios rogando y con el mazo dando".
Gracias por compartir este camino juntos. Y para el final, un pedido pequeñito pero muy especial: el 31, cuando levante su copa y brinde con los suyos por un 2023 hermoso y mejor, hágase un lugarcito en sus deseos y pida por nosotros y en especial por Su Mutual, para que cada día sea como todos nosotros soñamos que sea.
¡Muchas felicidades y hasta el reencuentro!
por Alberto Ricardo Lupo