Silvia Barrera fue a Malvinas en abril de 1982 junto a sus compañeras por un legítimo sentido patriótico, era Agente Civil, Instrumentadora quirúrgica, trabajaba desde 1980 en el Hospital Militar Central. Tenía 23 años y era soltera; aunque sin experiencia, ni formación militar, pensó que podía ayudar a nuestros soldados. Y así fue.
Silvia Barrera - Veterana de Malvinas
"Mientras me preparaba para ir a trabajar, escuché por Radio Colonia que se habían recuperado las islas. Creo que todos los argentinos sentimos lo mismo: una euforia triunfalista, por la recuperación. Con el correr de las horas tuve que tomar conciencia que por trabajar en el Hospital Militar Central podíamos llegar a participar de la guerra y por ser personal del quirófano recibiríamos gran cantidad de heridos.
Al llegar al Hospital, todo era confusión y hubo que esperar órdenes para los preparativos del quirófano que es un área crítica.
El Hospital suspendió las actividades de rutina y solo se atendían las urgencias, los pacientes oncológicos y las urgencias de obstetricia. Preparábamos material para las cirugías que íbamos a realizar, en una tensa calma, mientras escuchábamos los partes de las tratativas diplomáticas.
La guerra llegaba con fuerza
Al día siguiente se informó al personal que solo iría a las islas el personal militar de las FFAA, como en ese momento todavía no había mujeres dentro de la fuerza, todas las posibles voluntarias perdimos la esperanza de ir.
El 2 de mayo de 1982, con el hundimiento del ARA Gral. Belgrano ("ARA" significa "Armada de la República Argentina") comenzaron los combates en las islas y al Hospital Militar Central los heridos no llegaban; eran llevados al Hospital Militar de Campo de Mayo, que por su ubicación no permitía el acceso a los medios de prensa".
Pedían 30 instrumentadoras quirúrgicas
"El 7 junio llegó un Mensaje Militar al Hospital militar Central. desde el Comando de Sanidad que necesitaban 10 instrumentadoras voluntarias para el Centro Interfuerzas Médico Malvinas o sea el Hospital de Puerto Argentino. Avisaron al quirófano y en ese momento trabajábamos aproximadamente 30 instrumentadoras, y nos dijeron que estaban combatiendo en las cercanías de Puerto Argentino.
Debíamos decidir en ese momento; partiríamos para las islas al día siguiente a las 4 de la mañana, solo cinco compañeras quisimos ir, íbamos a ser las únicas mujeres; como necesitaban más se avisó al Hospital de Campo de Mayo y ahí se ofreció una sola.
Al llegar a casa, solo pudimos avisar a la familia nuestra decisión, organizar lo que llevaríamos y tomar decisiones que nos cambiaron la vida".
Quiénes somos y como llegamos a Malvinas
"Somos nosotras, las Veteranas de Guerra de Malvinas: Norma Etel Navarro; María Cecilia Riccheri; María Marta Lemme; Susana Maza, Silvia Barrera todas del Hospital Militar Central y María Angélica Sendes del Hospital Militar de Campo de Mayo.
Salimos de Aeroparque en Aerolíneas Argentinas, el 8 junio de 1982 - las primeras mujeres que la gente veía vestidas de verde-, llegamos a Río Gallegos a las 6 de la mañana; como nadie nos esperaba pensamos que era muy temprano, al ver que no aparecía nadie y ya habían pasado 2 hs, nos empezamos a preocupar. Hay que recordar que no había celulares y los teléfonos eran públicos y con monedas.
En esos momentos apareció un médico de ambo y lo reconocimos; había sido residente en el Hospital, le pedimos si podía averiguar que pasaba con nosotras y después de una hora no teniendo respuestas se ofreció a llevarnos al Hospital Militar de Río Gallegos. Allí constataron que íbamos a Malvinas y nos llevaron a la Base de Apoyo Logístico, donde nos proporcionaron el equipo de invierno.
El helicóptero del ARA Almirante Irizar, nos vino a buscar para llevarnos al buque. Estaba preparado como Buque Hospital, tenía una capacidad de 250 camas, 3 quirófanos, sala de rayos, laboratorio, terapia intensiva, terapia intermedia y cámara hiperbárica, además de los insumos necesarios para realizar cualquier cirugía".
La tripulación del Irizar no esperaba mujeres
"Allí el recibimiento fue en un principio de sorpresa de parte de la tripulación que no esperaba mujeres, luego con el correr de las horas comenzamos a trabajar y esas asperezas se limaron.
Al amanecer comenzamos a tener contacto con barcos de guerra ingleses a nuestro alrededor, con ellos se hizo intercambio de suturas, sangre y plasma para sus heridos.
Llegamos a Puerto Argentino el 9 de junio de 1982, al atardecer, unas horas después sufrimos nuestro bautismo de fuego, presenciamos un bombardeo a nuestro alrededor, que fue como estar en medio de una película.
El 10 de junio de 1982, preparadas para desembarcar se produjeron una serie de hechos por la improvisación, por un tema de género y por preservar nuestra integridad, que trajo una serie de tratativas entre el Estado Mayor General del Ejército -EMGE-, el Comandante del Irizar y el Director del Centro Interfuerzas Médico Malvinas -CIMM- que estaba formado por el Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada, y funcionó en Puerto Argentino durante 62 días. De estas tratativas nosotras no participamos y se nos ordenó quedarnos a trabajar en el Irizar, a pesar de nuestro descontento".
Nuestra rutina de nueve días
"Acatamos la orden y comenzó una rutina que duraría 9 días: recibir heridos; realizar el triage, definiendo la priorización de la atención urgente de pacientes para derivarlos a las salas de internación; preparar los que serían quirúrgicos; realizar las cirugías; sin descuidar las curaciones de los ya operados y reesterilizar el material usado.
Estas actividades nos obligaron a actuar además de instrumentadoras como camilleras; enfermeras; psicólogas improvisadas y escuchar a los heridos como madres o hermanas.
Algunos de esos hombres nos transmitían con abrumadora intensidad lo que siente un soldado que había vivido con frío, con hambre, con angustia, con incertidumbre, esperando que pase lo más terrible: herir de muerte a alguien o morir en su posición.
Esos hombres llegaban al Buque Irizar, con lo que está descripta como "la mirada de los mil metros" o de "las mil yardas". Una mirada inerte, perpleja y desenfocada de un soldado, que luego aprenderíamos que era una característica del stress post traumático.
Atendimos diferentes afecciones: Otitis supuradas; postoperatorio; apendicitis; neumopatías; infecciones urinarias; infecciones en la piel; traumatismos agudos; cuadros hemorrágicos; parestesias de miembros; lesiones tróficas de la piel de las manos; pie de trinchera; desnutrición.
Curamos y realizamos: cirugías generales, cirugías oftamológicas, quemados, cirugías traumatológicas, cirugías maxilofaciales.
Las causas más comunes eran por haber impactado con: proyectiles de baja velocidad; esquirlas de munición de artillería o de bombardeo aéreo; también hemorragias internas por traumatismos agudos; quemaduras, amputaciones.
Traer a los heridos fue una tarea difícil, el buque estaba anclado cerca de tierra en la bahía frente a Puerto Argentino, pero lejos para la evacuación. Esta se realizó por medio de helicópteros y unos días después comenzó a fallar el clima y se realizó por medio de un barquito pintado de negro con una cruz roja que hacía las veces de ambulancia llamado "Yeguin".
Realizar nuestras tareas comenzó a complicarse cuando el buque comenzó a inclinarse a 45º casi por el mar embravecido, se nos caían las cosas, nosotras nos caíamos, una de las cirugías la tuve que hacer atada al paciente y al cirujano para poder movernos al mismo tiempo".
El cese del fuego fue difícil de aceptar
"Así llegamos al 13 de junio de 1982, esa noche por los altoparlantes del barco avisaron que al día siguiente se firmaría el cese del fuego, ese fue un shock difícil de superar, uno de los momentos más terribles; pensábamos que estábamos peleando bien.
Esa noche los británicos intentaron desembarcar con buzos tácticos en gomones usando al Irizar para camuflarse; los marinos que estaban de guardia en cubierta les tiraron, frustrando el ataque y matando a varios de ellos, al amanecer se encontraron los gomones abandonados, mientras nosotras estábamos operando y escuchamos los disparos.
El 14 de junio de 1982 se firma el cese del fuego y estando tan cerca del Puerto fuimos tristes e impotentes espectadoras de como los británicos hacían que nuestros hombres se desarmaran y se sacaran la ropa dejándolos a la intemperie, bajo el agua nieve.
Ahí comenzó a acelerarse el trabajo, la consigna era evacuar la mayor cantidad de hombres para que no cayeran prisioneros, civiles que al igual que nosotras estaban sin grado militar -los periodistas de TELAM, ATC, el personal del Correo, el personal de Vialidad Nacional y los Capellanes Castrenses.
El buque estaba sobrepasado en su capacidad con 310 heridos y casi 60 hombres de evacuados civiles, el agua escaseaba y había que racionarla, no podíamos bañarnos.
Pasados 4 días, el 18 de junio, los británicos autorizaron el postcontrol y requisaron las cosas que les interesaban del buque, rollos de fotos y cámaras".
El regreso al continente.
"Llegamos a Comodoro Rivadavia y comenzó la evacuación que fue más rápida porque allí el buque amarra en puerto. Evacuados los heridos, la superioridad se encontró con la disyuntiva de qué hacer con nosotras, con el peligro de volver a Malvinas en otro viaje y pudiéramos caer prisioneras. Se decidió que volvamos a Bs As; otro problema era el alojamiento, los hospitales y las Unidades Militares estaban colapsadas, entonces nos llevaron a un hotel, sin comida.
Nos bañamos y salimos a comer, eso no nos estaba permitido, porque no querían que tuviéramos contacto con los medios periodísticos. Allí tuvimos que cumplir con las promesas hechas a nuestros heridos en el barco, avisar a sus familias como estaban y adonde estaban, buscar un teléfono público que funcione, monedas para las llamadas y comunicarnos.
Llamar a familiares de heridos, desconocidos, y explicar que pasaba con ellos, fue una de las tareas más duras, emocionalmente. Al día siguiente pedimos ir a visitar a nuestros heridos y luego nos llevaron y nos dejaron en un galpón del Aeropuerto de Comodoro, sin comida y sin baño, a las 20 hs abordamos un avión que nos traería de regreso a Bs As, llegamos a Palomar y ahí estaban nuestras familias esperándonos.
Nos reencontrarnos después de 10 días sin saber de nosotras, sin Día de la Bandera, ni Día del Padre, fue un plus para nuestra emoción".
Llegamos y "aquí no había pasado nada"
"Al día siguiente a las 7 hs ya estábamos de vuelta en nuestro puesto en el Hospital Militar Central, Malvinas era pasado para todos; pero a nosotros las y los Veteranos de Guerra de Malvinas nos acompañará toda la vida.
Malvinas fue el mayor despliegue de la historia de la Sanidad Militar Argentina, y nosotras las instrumentadoras y enfermeras fuimos parte de ella.
Desde que comenzaron los ataques del enemigo en mayo, los médicos, odontólogos, enfermeros/as, instrumentadoras y camilleros, que estaban dentro de las 200 millas náuticas alrededor de las islas, fueron insuperables en valentía personal, determinación, ingenio y capacidad para poner en práctica planes previamente formulados en fase teórica y nunca ejecutados en la práctica.
Esta emergencia trajo nuevas visiones de lo que es una evacuación aero médica, que nuestro país nunca había practicado, de los requerimientos de personal y material. Había una abrumadora necesidad de actuar de inmediato, clasificar, estabilizar, transportar a los que probablemente sobrevivieran, recuperar a las víctimas y proporcionar servicios médicos, para hacer lo que estábamos capacitados para hacer.
Los equipos médicos completos -médicos, enfermeros e instrumentadoras- solo actuaron a bordo del ARA Almirante Irizar. En el otro buque hospital y en el Centro Interfuerzas Médico Malvinas -Hospital de Puerto Argentino- faltaban instrumentadoras.
Un Ejército desmantelado
"El futuro de las FFAA y del Ejército no es bueno, en tanto y en cuanto no se asimiló lo aprendido en Malvinas; en la actualidad si hubiera un conflicto o una emergencia no hay instrumentadoras militares, carecemos de algunos profesionales con especialidades médicas y sobre todo faltan psiquiatras y psicólogos especializados en stress post traumático, ya que ahora a la población de Veterano de Guerra en Malvinas se agregan los militares de las tres fuerzas que realizan Campañas Antárticas y Misiones de Paz.
A pesar de las falencias, tenemos que reconocer que las FFAA nos brindan conocimientos, respeto, valores y una inyección de amor a la Patria y a los símbolos patrios, que otras instituciones dejaron de lado".
¿Se honrará algún día a hombres y mujeres del cuerpo médico en Malvinas?
"El mayor despliegue de la historia de la Sanidad Militar fue en Malvinas, y nosotras las instrumentadoras y enfermeras fuimos parte de ella y esta historia merece ser contada con voz femenina, con una perspectiva diversa, desde la óptica de sus mujeres, algunas de nosotras protagonistas reconocidas, la mayoría escasamente mencionada. Debe relatarse desde la inclusión, la pujanza, la lealtad, el patriotismo y la ofrenda de nuestras vidas si hubiera sido necesario.
La historia debe contarse desde la visión real, lejos de paradigmas, prejuicios, voluntarias omisiones, manidos y ancestrales dogmas de superioridad masculina, reconociendo a las mujeres como participantes activas en la Gesta de Malvinas, adonde fueron precursoras de la mujer de las Fuerzas Armadas actuales. Por eso estamos orgullosas de ser el punto de partida para reescribir el pasado y ayudar a diseñar con valentía el futuro de las mujeres
Todavía no se ha honrado a los hombres y mujeres en servicio del cuerpo médico, que ayudaron desinteresadamente a los cientos de víctimas con diferentes heridas durante esos días del conflicto, muchos de nosotros seguimos siendo agentes civiles, nunca nos fue otorgado un grado militar, ni siquiera como reservistas.
Y hace 40 años que todavía tenemos que demostrar quién es quién, adonde prestó funciones y a la falta de reconocimiento se agrega el dolor de que se agreguen al padrón los que quedaron en el continente, nunca sufrieron estar bajo fuego y que reclaman un reconocimiento injusto. No importa lo monetario, pero sí que se hagan llamar Veteranos de Guerra de Malvinas cuando no lo fueron.
También hay que valorar a esos jóvenes argentinos de los escalafones permanentes y los soldados conscriptos, que, con una situación desventajosa, defendieron su Patria, su Bandera y la Soberanía de nuestro territorio y a sus compatriotas, con coraje, altruismo y valentía; ellos nunca fueron chicos, siempre fueron hombres".